Llegamos a Neuquén
Llegamos a Neuquén diez días después de que la justicia cordobesa, acatando directivas del clero, prohibió la distribución de la píldora del día después en hospitales y centros de salud. La ley obliga al Estado a entregar esa píldora, que evita el embarazo, a niñas y mujeres violadas: en lo sucesivo sólo accederán a ella quienes sepan que existe y puedan pagarla. La prohibición promueve los abortos clandestinos y, por lo tanto, la muerte materna, que en los últimos cinco años creció un 19,4% hasta llegar al 48 por mil, ubicando a la Argentina entre los países más mortíferos del continente (Página/12, 24/6). Y promueve también, claro, que se multipliquen las Romina: el 6 de agosto en La Pampa una adolescente de 16 años abortó un feto sola en un baño.
Llegamos a Neuquén mientras en Buenos Aires se repiten las marchas por la aparición de Johanna Escobar, de 12 años, en un intento desesperado por evitar que sea una más de las miles de mujeres y nenas secuestradas por las redes de trata para explotación sexual. Hay 5.000 nenas y nenes esclavizados para turismo sexual sólo en la Capital Federal ¿Cuántos habrá en todo el país? La ley K contra la trata lo único que garantiza es la impunidad de rufianes, tratantes, esclavistas.
Llegamos a Neuquén sabiendo que se han disparado los índices de violencia contra la mujer pero que menos del 10% de los violadores llega a ser juzgado, y que reciben condenas irrisorias. Violadores y asesinos son enviados a casa con tobilleras electrónicas "arregladas". La cabo Marta Oviedo -asesina de Andrea Viera- anda tranquilamente de paseo con su tobillera. Los policías de Marcos Paz, violadores y asesinos de Noelia Herrera, ni siquiera están procesados. Pero a las madres presas con sus hijos se les niega la prisión domiciliaria y les quitan el refuerzo alimentario para los chicos.
Llegamos a Neuquén las trabajadoras que luchamos todos estos años por la defensa incondicional de Zanón y de todas las empresas recuperadas. Las que luchamos por el salario igual a la canasta familiar, contra el trabajo precario, contra la burocracia sindical. Maestras de todo el país, que rendimos homenaje al compañero Fuentealba luchando por el mismo programa que él defendió: el salario y la defensa de la educación. Estamos hartas de que nuestros alumnos pasen hambre y frío en escuelas sin gas, sin vidrios y con comedores desfinanciados, que no garantizan la que muchas veces es la única comida del día. Y las trabajadoras de la salud, testigos del deterioro de la salud del pueblo, de que en los hospitales no hay vacunas, ni antibióticos, ni gasa. Y las jubiladas, a quienes el gobierno nos acaba de licuar el 40% de nuestras jubilaciones mientras promete un primer aumento de la ‘movilidad' para ¡marzo de 2009! Y las piqueteras, en lucha contra el hambre que se adueña de las barriadas y por el aumento de los planes sociales congelados desde hace años.
Llegamos a Neuquén las trabajadoras rurales y las originarias, que fuimos invisibles durante los 100 días de conflicto entre el gobierno y la patronal agraria. Millones de palabras no les alcanzaron para nombrar el estatuto del peón de Videla, las jornadas interminables, el negreo, el trabajo infantil, el abuso sexual. Tampoco el saqueo ambiental y la expulsión de nuestras tierras por parte de patrones sojeros de todos los tamaños. Venimos a luchar por el derecho a la tierra, como las mujeres urbanas luchan por el derecho a la vivienda.
Llegamos a Neuquén de lugares distantes, pero unidas por los mismos problemas. La violencia cotidiana que se expresa en golpizas, asesinatos, esclavitud sexual. Las muertes por aborto y por el vaciamiento del sistema de salud. La ingerencia de la Iglesia en todos los aspectos de la vida social. Los salarios que no cubren la mitad de canasta familiar. La inflación que llevó a las nubes la comida, los remedios, los alquileres, la ropa, el transporte, la luz. El trabajo en negro.
La tan mentada "redistribución de la riqueza" kirchnerista concluye en tarifazos y escalada de precios, en el más vulgar de los ajustes. El gobierno pretende remontar la crisis de su "modelo productivo" cumpliendo a rajatablas las exigencias de la gran patronal: un ataque furibundo a las condiciones de vida del pueblo. La resistencia de los trabajadores recibe como única respuesta la represión: en esto no se diferencian la presidenta "nacional y popular" (7 de julio) y el sojero Schiaretti. Tampoco se diferencian a la hora de avasallar los derechos de la mujer. La entrega de nuestras reivindicaciones forma parte de la estrategia de reconciliación del gobierno con la oposición oligárquica y la Iglesia.
En defensa propia, las mujeres tenemos que hacer realidad una de las consignas más enunciadas en los Encuentros: el derecho a decidir. El derecho a decir basta. Después de veintitrés Encuentros, urge encontrar el modo de enfrentar unidas a los que se arrogan el derecho a decidir por nosotras sobre nuestros cuerpos, sobre nuestro derecho a ser madres o a no serlo, sobre nuestra sexualidad, sobre nuestras condiciones de trabajo, sobre nuestras condiciones de existencia. Cada uno de los Encuentros se pronunció tajantemente por el aborto legal y gratuito y contra toda forma de violencia hacia la mujer. ¿Cómo puede ser que en nombre del pluralismo se pretenda evitar que defendamos juntas aquello en lo que todas coincidimos? ¿Cómo puede ser que en nombre del consenso se pretenda evitar que actuemos en la más absoluta unidad de acción?
Tenemos dos oportunidades inmediatas para que el movimiento de mujeres salga de su estancamiento y se convierta en un factor de la situación política. El 28/9 marchemos juntas en todo el país por el aborto legal. El 25 de noviembre marchemos juntas en todo el país contra la violencia hacia la mujer. Es hora de ponerles un freno. Es hora de que se oiga la voz de las mujeres, independiente de los curas, las patronales y el gobierno.
Olga Cristóbal (Plenario de Trabajadoras)
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