Mujeres, pobres, sin trabajo remunerado o con salarios menores, mano de
obra barata para la limpieza, el comercio, la industria de la indumentaria o el
campo. Mujeres acorraladas por un trato de clase y de género que incluye de
manera cotidiana la violación o la amenaza, relaciones de sometimiento
fomentadas de forma directa o indirecta desde el propio estado. Así es el
rostro de las mayorías populares aquí y en el mundo. Grandes crisis mundiales
en las que los gobiernos del mundo rescatan bancos y hunden a las
mayorías trabajadoras.
Los 10 años de kirchnerismo han sido una década de subisidos a las
patronales vaciadoras y asesinas (ferrocarriles) en detrimento de la creación
de puestos de trabajo en blanco, con cobertura social y aportes jubilatorios.
El trabajo creado para las mujeres ha sido el de la conveniencia de las
patronales que se llevan sus ganancias del país. Un trabajo precarizado y con
salarios bajos. El propio estado se desligó de su obligación de mantener a los
trabajadores en blanco, creando planes de precarización completa del trabajo en
los municipios, como el “Argentina Trabaja” cuyo ingreso ni siquiera está al
nivel del salario “mínimo, vital y móvil”. Para las mujeres que están bajo
convenio, durante estos años se han destruido las conquistas como el día
femenino y la obligación a que las patronales pongan jardines maternales o
paguen subsidios por los mismos. Las asignaciones por hijo y para embarazadas
han sido financiadas con la quita de las asignaciones a los trabajadores bajo
convenio y los montos fueron devorados por la inflación creciente. La lucha
contra la burocracia sindical, que en su versión más extrema mató a Mariano
Ferreyra y dejó postrada a Elsa Rodríguez, es condición fundamental para
combatir esta política.
En la figura de Elsa se concentran todas las razones de esta lucha: madre
soltera, sostén del hogar, trabajadora precarizada, sin acceso a la salud ni a
ninguna cobertura social. Elsa en su lucha contra el tercerismo, puso al
desnudo la esencia misma del régimen que gobierna el país y la naturaleza de su
orientación de clase.
La violencia contra las mujeres baja desde el propio estado. El gobierno
nacional ha bloqueado el tratamiento del aborto legal que provoca cientos de
muertes de mujeres pobres y que sienta las bases de una línea clara desde el
gobierno contra el derecho de la mujer a decidir. La cúpula clerical y el
gobierno mantienen un pleno acuerdo en este terreno.
Los casos de violencias contra las mujeres ligados al poder del estado como
el de Marita o el de Paulina Lebbos en Tucumán siguen impunes, al amparo de un
gobernador que encubre el delito organizado en la provincia. El posterior fallo
absolutorio de los imputados en el secuestro y sometimiento a prostitución de
Marita Verón no es más que el resultado de esta cobertura política. A este
entramado político que recorre todo el país se debe que no haya sido
desmantelada ni una sola red de trata, a la cabeza de las fuerzas represivas
garré mantiene a los cómplices del delito y las mujeres siguen desapareciendo
al amparo del Estado.
La cuestión de la mujer y la familia ha sido agitada por el gobierno desde
la demagogia discursiva, para promover cuestiones tales como la reforma del
Código Civil, hoy enviada al freezer. Sin embargo este discurso está puesto al
servicio de encubrir que esa reforma está pensada para dar impunidad a los
funcionarios del estado y para ofrecer seguridad jurídica a las patronales.
Discurso progre al servicio de una política derechista.
Quienes dicen sentir “orgullo de género” cuando escuchan los discursos
presidenciales, no han podido develar que las aptitudes de la mujer que
gobierna están puestas al servicio de juntar dólares para pagar la deuda,
pactar con los fondos buitres y proteger a la burguesía subsidiada, la que “la
levantó en pala” según palabras de CFK. Para las mujeres el mensaje
presidencial fue claro: resignación ante la política asistencial y ante la
carestía de vida y clandestinidad del aborto para pactar con la iglesia y dejar
en claro a la mujer, que ella no tiene derecho a decidir sobre su cuerpo.
La oposición devaluacionista no tiene nada que ofrecer: su salida es la que
reclama la burguesía exportadora, pulverizar el salario detrás de una
devaluación. Las provincias que gobiernan están dentro del cuadro general de
incremento de la explotación de la prostitución, trabajo en negro, esclavitud
laboral y sexual. No hay por parte de ellos un plan alternativo para las
mayorías populares. Macri camina de la mano de Martins, tratante internacional.
Bonfatti de la mano de funcionarios clericales en los hospitales públicos y de
la descomposición de las fuerzas policiales, con la cual pretenden coexistir y
que incluye el negocio de la trata y el narcotráfico.
El camino es la organización independiente del clero, el estado y los
partidos patronales. Para luchar por el trabajo en blanco, el salario acorde a
la canasta familiar, los jardines maternales, el aborto legal, seguro y
gratuito, el acceso a la salud mediante la triplicación del presupuesto en
salud y la expulsión de todos los funcionarios clericales y privatistas, el
desmantelamiento de las redes de trata y todas nuestras reivindicaciones
pendientes.
La salida política está de la mano de impulsar a la izquierda como opción
política de las mujeres explotadas y de los trabajadores. De la mano de una
construcción política propia podremos realmente comenzar el camino para
terminar con la violencia contra la mujer. El Frente de izquierda y de los
trabajadores sale a la calle para convertirse en esta herramienta política
fundamental para todas las mujeres oprimidas y explotadas.
Organización de Mujeres
Plenario de Trabajadoras
PARTIDO OBRERO en el FRENTE DE IZQUIERDA