martes, 20 de octubre de 2009

XXIV Encuentro Nacional de Mujeres Tucumán

La Fuba y los derechos de las mujeres
Casi 300 estudiantes universitarias, secundarias y terciarias organizadas por la Fuba viajamos al reciente Encuentro Nacional de Mujeres. Fuimos a Tucumán a llevar la enorme solidaridad del movimiento estudiantil con los trabajadores/as de Kraft Terrabusi. La colecta de fondos que ya veníamos desarrollando por los cursos la llevamos al Encuentro, fortaleciendo la unidad obrera estudiantil. También fuimos con el objetivo de extender la solidaridad hacia el heroico pueblo hondureño en su lucha por derribar el golpe. El rechazo a los fondos provenientes de La Alumbrera fue una campaña particular que desarrollamos en cada uno de los talleres. Repartimos la declaración conjunta de la Fuba, la FUC, la FUP y la Fulp denunciando la complicidad de las camarillas universitarias con el saqueo de los recursos naturales. En las comisiones de Universidad y Medio Ambiente, centros de estudiantes de otras provincias comentaban su propia experiencia de lucha contra las mineras contaminantes, adhiriendo al planteo de la Fuba de organizar un gran movimiento nacional que coloque a la universidad del lado del pueblo que lucha contra la depredación ambiental. En ambos talleres juntamos decenas de firmas. Los más concurridos de nuestra delegación fueron los talleres de aborto, anticoncepción y trata.
Llevamos nuestra experiencia de lucha por la aparición con vida de todas las mujeres y niñas desaparecidas y, fundamentalmente, la de Florencia Pennacchi. Planteamos para el próximo 3 de noviembre realizar una acción nacional sobre cada una de las facultades y en las calles reclamando el desmantelamiento de las redes de trata.
Las mujeres y, fundamentalmente, las jóvenes reaccionamos ante el ataque y la irrupción de la Iglesia católica sobre los talleres de Aborto y anticoncepción. No podíamos permitir sesionar con la presencia de una institución que fue cómplice de la dictadura, que tiene en su cúpula a pedófilos y abusadores y que nos trata como seres inferiores. Los intereses de las mujeres y los de la Iglesia católica son irreconciliables. Las estudiantes dimos una batalla fenomenal para echar a la Iglesia de los talleres. Frente a la efectiva expulsión que se estaba dando, una patota de hombres militantes clericales, junto a una veintena de uniformados de Alperovich, quisieron entrar en la escuela para defender a las católicas y echar a las mujeres luchadoras. Pero, con la organización decidida de las mujeres los terminamos echando. Mientras tanto, las mujeres del PCR armaban un cordón de seguridad para proteger a la Iglesia.
La experiencia vivida por las jóvenes universitarias en la lucha contra la presencia de la Iglesia católica deja establecido un precedente importante para lograr en el próximo Encuentro la definitiva expulsión del clero. Una importante participación la tuvimos en los talleres de Salud y Salud Mental, donde denunciamos la política de asfixia presupuestaria del gobierno, el vaciamiento de los hospitales públicos y las condiciones precarias de los trabajadores de la salud. Finalmente, nuestra delegación participó de los talleres de Cárcel e impunidad, Derechos Humanos y Medios de comunicación. En los primeros denunciamos las condiciones miserables en las que se encuentran las mujeres en situación de cárcel. En el segundo nos pronunciamos contra la ley K, manteniendo una postura independiente de los pulpos mediáticos y el gobierno. Finalmente, la Fuba tuvo su columna particular en la marcha donde participó, además, una delegación de la Fulp (La Plata). La columna de la Fuba fue saludada con aplausos y cánticos por muchas organizaciones de mujeres.
Mariela Solesio, vicepresidenta de la Fuba


Una muerta más por aborto clandestino
¡Decimos basta!

El sábado 10 de octubre, mientras se desarrollaba el XXIV Encuentro Nacional de Mujeres, murió María Raquel Díaz, piba cordobesa que residía en Rosario (Cadena 3), de 21 años y mamá de dos criaturas, víctima de la práctica de un aborto en la ilegalidad, que presionada por la desesperación decidió realizarse.
¡Asesinos! ¡Asesinos!, no nos cansamos de decirlo. El Estado y la Iglesia son los asesinos de estas mujeres, a las que impiden que accedan a la educación sexual, retiran la entrega de anticonceptivos en la salud pública, sumen en situación de desocupación, precarización, salarios menores que el nivel de pobreza, expuestas a despidos por embarazos y encima mantienen en la ilegalidad la práctica del aborto.
María Raquel es una de las miles que mueren. “Según el jefe de la Unidad de Terapia Intensiva de la Maternidad Ramón Sardá, José Luis Golubcki, en el país se realizan unos 600 mil abortos clandestinos al año y entre 2.100 y 2.400 terminan con la muerte de la paciente” (Cadena 3, 12/10).
Quienes desde hace años, concientes de esta tragedia, venimos luchando contra esta situación y por el aborto legal, reafirmamos todos los días la necesidad de denunciar a los responsables, porque es a ellos quienes tenemos que dirigir nuestro reclamo, es a ellos a quienes les decimos: ¡Basta!
Mientras Raquel moría, los talleres sobre Derecho al Aborto, del XXIV Encuentro Nacional de Mujeres en Tucumán, eran copados por cientos de enviadas del obispo Villalba a impedir que avance el debate sobre estos temas y a plantear: “si te morís, jodete”, “hay que cerrar las piernas”, y “hay que repudiar a los que entregan anticonceptivos gratuitos”; además, mantuvieron a sus matones rodeando la escuela e intentaron entrar en dos ocasiones, con policía incluida.
Las maniobras y patoteadas de éstas y estos enemigos de las mujeres continuaron durante todo el desarrollo del Encuentro.
El Plenario de Trabajadoras, presente en el Encuentro, junto a mujeres de otras organizaciones, dio una dura batalla por expulsarlas y garantizar el avance sobre estos temas. “No podríamos sentarnos con un pedófilo a dialogar en el taller sobre violencia y abuso sexual infantil”.
El caso –conocido– de María Raquel nos muestra que tenemos que redoblar nuestros esfuerzos en la lucha, sin vacilaciones, organizar más y más mujeres que digamos: ¡Basta! Por ella y por las miles de mujeres que mueren cada año. Por los miles de hijos que quedaron sin sus mamás... ¡Basta!
Por educación sexual, laica y científica. Por anticonceptivos gratuitos en todos los hospitales y dispensarios. Por el aborto legal, seguro y gratuito.
Plenario de Trabajadoras


El arzobispo nos dijo...
Activistas, matones y molotov contra las luchadoras
Los grupos religiosos se prepararon desde diciembre para introducirse en el Encuentro y plantear sus posturas. Se prepararon con ‘abogados del diablo’, que ponían a prueba sus argumentos desde las posturas más radicales feministas para que las participantes religiosas tengan capacidad de argumentación. Esa fue la gran sorpresa en un encuentro en el que tradicionalmente predominaron las ideas más liberales y los grupos que luchan en pos de cambios radicales. Las mujeres religiosas –estimadas según la Iglesia en unas 3.000– se presentaron en todos los foros del encuentro” (La Gaceta, 11/10).
El arzobispo, Luis Villalba, también se propuso generar una sensación de caos en la población e incitó a la represión, suspendiendo las misas en la catedral y en las iglesias del centro “por razones de seguridad y para evitar agresiones” (ídem). El sábado, Villalba invitó a a organizar cadenas de oración basadas en su sermón del día de la Virgen de la Merced, “generala del Ejército argentino”. Las “cadenas de oración” las rezaron “a viva voz” centenares de “varones jóvenes”, que “protegieron” las iglesias por donde pasaba la marcha del Encuentro, “protegidos” por policías antimotines y carros de asalto que Alperovich puso a su disposición. Las campanas doblaron a rebato “para tapar los cánticos de las manifestantes” (El Siglo, 12/10).
Antes, Villalba había ordenado que los hombres se plantaran frente a las escuelas donde sesionaban los talleres. Intentaron repetidamente entrar en la escuela Mármol, donde funcionaban los de anticoncepción y aborto, acompañados por policías armados, una situación inédita en un Encuentro. “Desde temprano, un grupo de hombres se paseaba frente a la escuela. ‘Monseñor Villalba nos dijo que no nos identifiquemos; bah, decidimos no hacerlo, por temor a represalias. Dentro están las señoras de la Iglesia, tratando de que no se mate a su bebé’, dijo uno de ellos. Otro, de apellido Monroy, agregó: ‘no queremos perder la participación de nuestra gente, que está exponiendo nuestro pensamiento en el taller’” (La Gaceta, 12/10).
Según la agencia Anred, Monroy es un funcionario de Obras Públicas de la Municipalidad.
Los agentes de monseñor se acostaron tarde. En la madrugada del lunes trataron de romper el vidrio de una ventana del CEF 18, donde se alojaba un centenar de mujeres, y arrojar bombas molotov. La denuncia, en la Comisaría 12ª, tiene como prueba las botellas con nafta y mechas incendiarias. Aunque el gobierno provincial había exigido para prestar las escuelas que fueran custodiadas por la policía, ésta se retiró y dejó la zona liberada.
La embestida de la Iglesia crece a medida que crece la participación de luchadoras en los Encuentros. La curia tradicionalmente trató de colonizar los talleres de aborto y anticoncepción, de adolescencia, de familia. Ahora mandó a sus cohortes a “todos los foros del Encuentro”. El motivo es que las mujeres, fogueadas en el movimiento piquetero y en la lucha sindical, han vencido la política de regimentación que les imponía que se sometieran a temarios prefijados. Ya los talleres no funcionan como compartimientos temáticos estancos. Los sindicales se pronuncian sobre la trata y el aborto, y repudian al clero. Los de aborto y violencia discuten la solidaridad con Terrabusi y las consecuencias de la crisis capitalista.
Esta fusión entre las temáticas de género y clase indica que muchas luchadoras saben que sus problemas no se resolverán al margen de la lucha general de los explotados contra este régimen social. Por esa misma razón, los sectores que presentan la opresión de la mujer como producto de un pacto entre varones –”sin clientes no habría trata”, “el aborto ilegal es un pacto masculino por el control de los cuerpos”– han quedado en absoluta minoría frente a las que acusan al gobierno nacional, a los provinciales y discuten cómo enfrentarlo.
Esta perspectiva explica que la Iglesia avance sobre otros talleres en sus esfuerzos por desmoralizar al movimiento de mujeres, por controlar y destruir los Encuentros.
Olga Cristóbal


El taller de Mujer y Sindicatos repudia el ataque a los de anticoncepción y aborto
“Este taller sindical se pronuncia por la separación de la Iglesia de los talleres del Encuentro Nacional de Mujeres.
“Repudio al ingreso de fuerzas de seguridad y patotas para reprimir el debate y la participación de las compañeras. Que la Comisión Organizadora fije posición sobre este ataque al Encuentro Nacional de Mujeres por parte de la Iglesia, en defensa del ámbito del que participamos las mujeres que luchamos por nuestros derechos”.
Había una sola mujer de la CCC, estatal bonaerense, que adhirió al repudio.

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